Torpeza en Neurocirugía: El Gesto Que No Logra Aún Ser Conciencia
La torpeza es la falta de fluidez, precisión o control en una acción. En neurocirugía, donde cada milímetro importa, la torpeza puede parecer inaceptable. Pero cuando se entiende como parte del proceso de aprender, se convierte en algo que puede ser corregido, acompañado, superado.
Tipos de torpeza
- Manual: movimientos inseguros, bruscos o lentos.
- Cognitiva: dificultad para integrar el razonamiento clínico con la acción.
- Emocional: incapacidad para gestionar la tensión, el miedo o la presión.
- Relacional: uso torpe del lenguaje, del tono, del silencio, que afecta al equipo o al paciente.
Causas comunes
- Inexperiencia (propia de la etapa formativa).
- Fatiga física o mental.
- Falta de entrenamiento deliberado.
- Entornos de aprendizaje inseguros o hostiles.
- Exceso de tensión por expectativas externas.
Qué hacer ante la torpeza
- Nombrarla sin humillar.
- Observarla sin dramatizar.
- Detectar en qué plano aparece: gesto, pensamiento, emoción, palabra.
- Acompañar con tiempo, con feedback útil, con respeto.
- Recordar que nadie mejora siendo ridiculizado.
Riesgo ético
- No es la torpeza lo que daña:
- *es el entorno que la esconde, la niega o la castiga sin enseñar. * Lo verdaderamente torpe es no enseñar desde el cuidado. ==== Cuando la torpeza persiste ==== * Debe evaluarse con objetividad. * Puede señalar una falta de habilidades técnicas específicas o una mala elección vocacional. * Pero antes de juzgar, hay que revisar el entorno, la supervisión y el acompañamiento recibido. ==== Conclusión ==== La torpeza no define a una persona. Define un momento, una carencia, una necesidad. Y el deber del entorno quirúrgico no es señalarla… sino acompañarla hacia la destreza. Porque quien hoy es torpe, si se le cuida… mañana puede operar con dignidad, precisión… y memoria de todo lo que costó.**