Complacer en Neurocirugía: Cuando el Aplauso Vale Más que la Verdad
Complacer es actuar, hablar o decidir para gustar, para evitar conflicto, para ser aceptado. En neurocirugía, complacer puede disfrazarse de cortesía, de diplomacia, de respeto… pero si no nace de la convicción, sino del miedo o del deseo de ser valorado, desvía el juicio clínico y erosiona la integridad.
¿A quién se complace?
- Al jefe que impone, aunque uno disienta.
- Al paciente que exige, aunque no sea lo mejor para él.
- Al equipo que evita el cambio, aunque se necesite.
- A la institución que prioriza imagen sobre verdad.
- Al propio ego… que quiere quedar bien con todos.
¿Qué se pierde cuando se complace demasiado?
Complacer no es cuidar
- Cuidar es actuar desde el bien del otro.
Complacer es actuar desde el miedo al rechazo.
- Cuidar es escuchar sin anularse.
Complacer es adaptarse hasta desaparecer.
- Cuidar fortalece.
Complacer debilita.
Por qué complacer puede ser peligroso
- Genera decisiones tibias, sin convicción.
- Transmite confusión a los residentes.
- Refuerza estructuras injustas bajo una aparente armonía.
- Conduce al desgaste moral: uno hace lo que no cree, y lo sabe.
Salir del hábito de complacer
- Preguntarse: “¿esto lo hago porque lo creo… o para evitar líos?”
- Tolerar el desacuerdo como parte del crecimiento.
- Asumir que no se puede gustar a todos, ni se debe.
- Recordar que la confianza verdadera no se gana complaciendo, sino actuando con coherencia.
Conclusión
Complacer es cómodo… pero caro. Caro en claridad. En autenticidad. En dignidad. En neurocirugía —donde se enseña, se lidera y se decide cada día— complacer sin conciencia puede ser más peligroso que equivocarse con honestidad. Porque el paciente no necesita que le gustes. Necesita que seas verdadero.