Complacer es actuar, hablar o decidir para gustar, para evitar conflicto, para ser aceptado. En neurocirugía, complacer puede disfrazarse de cortesía, de diplomacia, de respeto… pero si no nace de la convicción, sino del miedo o del deseo de ser valorado, desvía el juicio clínico y erosiona la integridad.

  • Al jefe que impone, aunque uno disienta.
  • Al paciente que exige, aunque no sea lo mejor para él.
  • Al equipo que evita el cambio, aunque se necesite.
  • A la institución que prioriza imagen sobre verdad.
  • Al propio ego… que quiere quedar bien con todos.
  • Claridad de criterio.
  • Presencia auténtica.
  • Capacidad de decir “no”.
  • Espacio para la crítica honesta.
  • Tiempo y energía que deberían ir al cuidado… no a la imagen.
  • Cuidar es actuar desde el bien del otro.

Complacer es actuar desde el miedo al rechazo.

  • Cuidar es escuchar sin anularse.

Complacer es adaptarse hasta desaparecer.

  • Cuidar fortalece.

Complacer debilita.

  • Preguntarse: “¿esto lo hago porque lo creo… o para evitar líos?”
  • Tolerar el desacuerdo como parte del crecimiento.
  • Asumir que no se puede gustar a todos, ni se debe.
  • Recordar que la confianza verdadera no se gana complaciendo, sino actuando con coherencia.

Complacer es cómodo… pero caro. Caro en claridad. En autenticidad. En dignidad. En neurocirugía —donde se enseña, se lidera y se decide cada día— complacer sin conciencia puede ser más peligroso que equivocarse con honestidad. Porque el paciente no necesita que le gustes. Necesita que seas verdadero.

  • complacer.txt
  • Last modified: 2025/05/13 02:08
  • by 127.0.0.1