La inseguridad es una experiencia emocional común —aunque poco visible— entre los neurocirujanos. Surge cuando el profesional duda de su propio valor, capacidad o legitimidad, especialmente frente a situaciones clínicas complejas, errores o interacciones jerárquicas.
La inseguridad no implica incompetencia. Es, muchas veces, el efecto de una formación basada en el miedo, la sobreexigencia o la crítica destructiva, más que en el acompañamiento reflexivo.
La inseguridad no es un error a corregir, sino una señal a escuchar. En neurocirugía, aceptar que podemos sentirnos inseguros —sin perder la autoridad clínica ni la autoestima profesional— es un acto de madurez, no de debilidad. Cuando la inseguridad se verbaliza, se comparte y se reflexiona, deja de ser un peso oculto y se convierte en un camino hacia una práctica más consciente y humana.