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Humillar en Neurocirugía: Cuando el Poder se Olvida de la Dignidad

Humillar es hacer que otro se sienta menos, inferior, expuesto o ridiculizado. No siempre se hace a gritos. A veces basta un silencio despreciativo, una corrección pública sin cuidado, una risa a destiempo. En neurocirugía —donde la tensión, la presión y la jerarquía son constantes— humillar se ha normalizado bajo el disfraz de “formar carácter” o “enseñar con dureza”. Pero no forma: hiere. Y no enseña: paraliza.

¿Cómo se humilla sin saberlo?

Consecuencias de la humillación en el entorno clínico

Humillar no es exigir

¿Por qué se perpetúa la humillación?

Cómo transformar la cultura de la humillación

Conclusión

La humillación no mejora la técnica. Solo disminuye al otro. Y en un oficio que trata con cuerpos vulnerables y decisiones críticas, el respeto no es un lujo: es una forma de verdad. Un neurocirujano puede ser brillante. Pero si humilla… su luz es ciega.