Despreciar es negar valor al otro. No es solo ofender: es reducir su presencia, anular su voz, ignorar su humanidad. En el contexto neuroquirúrgico, puede vestirse de indiferencia, elitismo o falsa corrección. Pero siempre hiere. Y si se ejerce desde el poder, se multiplica.
Despreciar implica anulación.
Despreciar es siempre deshumanizante.
sin borrar a la persona.
Despreciar es operar el alma del otro sin anestesia. No deja cicatriz visible, pero cambia trayectorias, vocaciones, formas de estar. En neurocirugía, donde tanto se enseña con el cuerpo y la palabra, nada justifica negar la presencia del otro. Porque mirar, escuchar y responder… también es parte del cuidado.