Admiración en Neurocirugía: Reflejo, Riesgo y Responsabilidad
La admiración es una experiencia interpersonal profundamente humana. Surge cuando reconocemos en otro cualidades que valoramos y deseamos —sabiduría, habilidad, integridad, claridad— y nos sentimos inspirados. En neurocirugía, la admiración suele estar muy presente: hacia grandes maestros, hacia líderes técnicos o hacia figuras carismáticas que han dejado huella.
Admiración técnica: por la precisión, la destreza o la brillantez quirúrgica.
Admiración intelectual: por la claridad clínica, la capacidad de diagnóstico o el rigor científico.
Admiración ética: por quienes toman decisiones difíciles sin perder la humanidad.
Admiración pedagógica: hacia quienes enseñan con generosidad y sin imposición.
Admirar no es idealizar
Admirar con madurez implica:
Ver al otro como persona completa, no como mito.
Reconocer sus logros sin negar sus límites.
Inspirarse sin necesidad de copiar.
Valorar sin someterse.
La idealización, en cambio, borra lo humano, crea dependencia emocional y termina muchas veces en decepción o ruptura.
¿Qué hacemos con la admiración que recibimos?
Puede alimentar el narcisismo, si se convierte en necesidad.
Puede dar lugar a modestia falsa, si uno no sabe cómo habitarla.
O puede ser transformada en responsabilidad, entendiendo que admirar y ser admirado es parte del ciclo formativo.
La verdadera pregunta no es cuántos te admiran, sino:
¿qué haces tú con la influencia que ejerces sobre los demás?
Riesgos de la admiración no elaborada
Relación de dependencia o miedo a disentir.
Pérdida de criterio propio.
Dificultad para asumir errores del admirado.
Injusticia hacia otras figuras menos visibles pero igualmente valiosas.
Reconocer que nadie es completo sin otros.
Abrir espacios para el diálogo sincero, no solo para la escucha reverencial.
Invitar a los que admiran a pensar, preguntar, disentir.
Enseñar que el objetivo no es ser admirado, sino ser útil y verdadero.
Conclusión
La admiración es hermosa cuando no esclaviza. Cuando inspira sin imponer, cuando eleva sin distorsionar.
En neurocirugía, donde tantos buscan ser referentes, lo admirable no es brillar: es dejar encendida la luz para que otros caminen también.